domingo, 18 de mayo de 2008

El sentido secreto

Seguramente la mayoría de los hipoacúsicos, sobre todo los tienen una pérdida auditiva profunda casi desde nacimiento, se habrán preguntado alguna vez cómo será oír normal. Quizá les gustaría probarlo aunque fuera por un día. En este caso, les recomendaría leer antes el cuento El sentido secreto, del prolífico Isaac Asimov. Sin duda no es su mejor relato (de hecho, parece ser que es la obra por la que menos dinero le pagaron: $5), pero se pueden extraer algunas conclusiones muy interesantes.

El sentido secreto nos sitúa en un futuro donde los humanos y los marcianos conviven y se esfuerzan por entenderse. El protagonista, Lincoln Fields, humano, siente lástima por las limitadas capacidades sensoriales de su amigo marciano Garth Jan. Lo que no sabe es que, si bien los marcianos tienen el oído, la vista, el gusto y el olfato mucho más limitados que los humanos, poseen en compensación un misterioso sentido secreto del que los humanos sólo podrían disponer durante 5 minutos en toda su vida. ¿Les merecería la pena probarlo?

Podéis encontrar el relato completo buscando por Internet (por ejemplo, aquí), o bien pidiéndonoslo por e-mail a blogaventura@gmail.com (en el asunto poned "El sentido secreto", indicando si preferís que os enviemos el archivo en formato *pdf o *doc, o los dos).

De momento, aquí va una cita extraída del cuento:

—Bueno, supongo que todo lo que dicen sobre tu pueblo es cierto. Pobres de vosotros... ¡Tener un sentido del oído tan imperfecto! No sabéis lo que os perdéis.
El marciano se encogió filosóficamente de hombros.
—No se echa de menos lo que nunca se ha tenido. (...) Todo es relativo, Lincoln. Lo que tenemos es bastante para nosotros.

Y otra más:

El marciano mantuvo la vista fija enfrente suyo mientras hablaba, con los ojos medio cerrados.
—Me has dicho que vivo en un mundo compuesto tan sólo por sombras de luz y oscuridad. Tratas de describir un mundo exclusivo tuyo compuesto por infinita variedad y belleza. Escucho, pero no me importa demasiado. Nunca lo he conocido y nunca podré conocerlo. No se llora por la pérdida de algo que nunca se ha tenido.
»Pero... ¿qué pasaría si pudieras conferirme la facultad de ver el color durante cinco minutos? ¿Qué pasaría si, durante cinco minutos, me deleitara en maravillas con las que nunca había soñado? ¿Qué pasaría si, después de estos cinco minutos, tuviera que renunciar a ello para siempre? ¿Compensarían esos cinco minutos de paraíso la vida de pesar que seguiría... una vida de descontento a causa de mis propias deficiencias? ¿No hubiera sido mucho mejor no hablarme nunca del color, evitando así su tentación siempre presente?

Así que... cuidado con lo que deseas.


1 comentario:

ASIMOV dijo...

es un exelente relato yo lo tengo en un libro que junta las primera historias de asimov, me dejo pensando un buen rato me extraña que al mismo asimov nunca le gusto el relato